En los últimos años, el término “justicia ambiental” ha ganado fuerza en foros internacionales, medios de comunicación y debates académicos. Pero, ¿qué significa realmente? ¿Y cómo se experimenta —o se niega— esta justicia en los territorios habitados por pueblos indígenas?
🟦 ¿Qué es?
La justicia ambiental no se limita al reparto equitativo de los recursos naturales. Implica reconocer quién toma las decisiones sobre el ambiente, quién carga con las consecuencias de la degradación ecológica y quién tiene voz para defender su territorio.
Desde la perspectiva de los pueblos indígenas, esta justicia solo puede entenderse como parte de una lucha histórica por el respeto a sus territorios, culturas y formas de vida. En México, comunidades como las del sureste han enfrentado megaproyectos energéticos, turísticos o extractivos sin haber sido consultadas de forma previa, libre e informada, como lo mandata la ley. Esto ha generado conflictos, desplazamientos y un profundo deterioro del entorno.

La justicia ambiental, para estas comunidades, significa tener el derecho a decidir sobre su entorno; significa que sus ríos, montes y selvas no sean solo “recursos” para otros, sino parte de su historia, espiritualidad y sustento. Significa también que se escuche su palabra en su idioma, y que las decisiones se tomen con base en sus propias formas de organización.
🟥 Ejemplo
En la región maya de Campeche, varias comunidades han documentado los impactos de proyectos como el Tren Maya o los parques solares, señalando que los beneficios prometidos no se han materializado, mientras que los costos —ambientales, sociales y culturales— sí son reales. Organizaciones comunitarias, asesoradas por expertos, han impulsado procesos de defensa legal, producción audiovisual y espacios de formación ambiental con niñas y niños. Estas acciones son también formas de exigir justicia ambiental.
🟧 Conclusión
La justicia ambiental no puede ser una noción abstracta o un discurso de escritorio. Debe construirse desde abajo, con las voces de quienes habitan y cuidan los territorios. Y sobre todo, debe ser intercultural: reconociendo que hay muchas formas de entender la relación entre humanidad y naturaleza.
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